A menudo, la empresa utiliza trucos para que trabajes de más voluntariamente. La excusa de la productividad es la nueva explotación. En lugar de usar el látigo, ahora se usan eufemismos y trucos para espolearte a hacer horas extras sin cobrar, para exprimirte hasta llegar a casa vacío, pero contento por tener “tanto” trabajo.
- La productividad:
La productividad nunca debe soslayar los derechos de las personas trabajadoras. Pero, la empresa y, en general la sociedad, sigue insistiendo en el valor supremo de la productividad, que convierte a muchos trabajadores en ‘yonquis’ del trabajo. Y un adicto nunca está satisfecho con su dosis de trabajo, siempre quiere más productividad.
La productividad es una matraca que usa la empresa para intentar manipularte con la intención de que trabajes, gratis, más de lo que debes. No olvides que tú recibes un salario por un trabajo, y lo que pase de ahí es voluntario y se paga aparte.
- Seduciéndote con el supuesto prestigio y valor de la empresa:
Íbamos a poner el ejemplo de Apple o Google, paradigmas de empresas que han conseguido comerle la cabeza a los empleados y empleadas para que, pase lo que pase, incluso siendo despedidos, se marchen orgullosos de haber trabajado allí. Pero, lo cierto es que, a estas alturas, ya nadie se cree el prestigio de Atos / Eviden, así que, este caso no cuela.
- Alentando la ¿sana? Competencia:
Los expertos en recursos humanos y liderazgo hablan de la rivalidad saludable como una fórmula exitosa para aumentar la productividad y, de propina, la motivación.
Esto suena bien sobre el papel, pero la línea que separa la competencia saludable de la rivalidad tóxica es muy fina y las consecuencias pueden ser muy negativas para la salud mental de la plantilla y perjudica al trabajo en equipo. ¿De verdad es bueno pasar por encima de las demás personas a cualquier precio? Y sobre todo en Atos / Eviden, donde no hay trayectoria profesional de futuro.
- “Lo necesito para ayer”, “es necesario hacer un esfuerzo” y otras tonterías:
Cuando oigamos la frase “lo necesitamos para ayer”, la reacción natural debía ser la de partirse de risa … ¡pero resulta que hay responsables que lo dicen en serio!
Cada vez es menos habitual que la jefatura caiga en la tentación de soltar frases ridículas como esas, pero aún resiste una vieja guardia que lo usa. Todavía tienen el látigo guardado en un cajón, por si hay que espolear a los empleados y a las empleadas por las bravas. Cuando oigas una frase de ese tipo, ríete (para tus adentros) y trabaja según tu sentido de la responsabilidad.
- El buenrollismo laboral: cuando te quieren hacer creer que ir a trabajar es como salir de fiesta:
Que si aquí salimos a comer todos juntos un día por semana, que si participa en una maratón, que si buen ambiente, que si las personas son lo primero, que si blablablá. ¿En serio? ¿En Atos/ Eviden?
Cuando ya te hayan metido en el redil del buenrollismo te empezarán a hablar de las ganas de trabajar, de la proactividad, de la flexibilidad, de la implicación, del multitask, del aprendizaje continuo, de elevados objetivos… Y, sin darte cuenta, ya estarás terminando un proyecto para ayer.
Así que tampoco te dejes seducir por el buenrollismo. Nuestra recomendación es que tu comida te la pagues tú, y que comas con quien te apetezca. Y en cuanto al afterwork, las cervezas, seguro que las disfrutas más con tus amistades.
- Promesas y elogios:
Otra vertiente del buenrollismo laboral son las promesas y los elogios, que no siempre son “bienintencionados”. Tu jefe no siempre te elogia honestamente, sino porque ha leído en el manual de RR.HH., que las personas satisfechas rinden mejor y son más productivas. Así que, no te fíes de los elogios exagerados, porque en no pocas ocasiones no son sinceros, sino que buscan sedarte para que trabajes un poco más.
En cuanto a las promesas, no será la primera vez, ni la última que Atos / Eviden incumple sus promesas y sus acuerdos. No te fíes de las promesas y mira tu sueldo actual, no el futuro, especialmente si no hay nada firmado sobre esa promesa. Y, si te lo han dado por escrito y no cumplen, no te cortes y denúncialo.
- Los objetivos inalcanzables:
¿Cuántas veces has dudado entre hacer el trabajo “mal” y entregarlo a tiempo o hacerlo “bien” y tardar más de lo que te piden?
En la mayoría de los proyectos se trabaja con un elevado nivel de presión que es azuzado por objetivos ambiciosos o directamente inalcanzables, que generalmente se producen por problemas en el contrato del proyecto.
Si escuchas cualquier corrillo laboral, los problemas siempre son los mismos: presión por terminar un trabajo en periodos de tiempo demasiado cortos. Y, no es que tenga la culpa sólo la jefatura, es una espiral de presión laboral en la que todos se apremian a trabajar más rápido. ¿De verdad no es posible afinar los plazos de un proyecto para que no haya que andar siempre con prisas y ansiedades? Desde luego que sí, pero se ve que nos gusta sufrir y estar siempre sin aliento.
Sea como fuere intenta, en la medida de lo posible, no entrar en esta espiral de presión en la que todos son presionados y presionan, por una razón muy sencilla: en ese escenario no se puede trabajar bien y tu salud se resentirá.
- Compromiso, chantaje y amenazas:
Por orden de gravedad, también siguen existiendo en la actualidad otros trucos mucho más agresivos que no tratan de seducir, sino de presionar al empleado. Tal vez te hablen del compromiso con los valores de la empresa, pero tú no acabas de ver en qué te beneficia a ti contribuir a esos supuestos valores trabajando más de lo que debes. Tu único compromiso debe ser contigo mismo y tu propia responsabilidad personal, el cual suele ser directamente proporcional al sueldo que cobras por desarrollar ese trabajo.
En cuanto al chantaje y las amenazas, ya entramos en terreno peligroso y que puede, en algunos casos, requerir la ayuda de profesionales, no solo de psicología, sino de abogacía laboralista. Tenlo claro, ningún trabajo merece un problema de salud mental.
- Teletrabajar no es trabajar a todas horas:
No hay que olvidar que, a pesar de sus ventajas, el teletrabajo también conlleva sus riesgos, especialmente en relación con el exceso de trabajo, al estar permanentemente en la “oficina”.
La tecnología debe hacernos la vida más fácil. Pero, para que esto se lleve a la práctica, debemos poner (mucho) de nuestra parte. Trabajar a todas horas no es bueno para nadie, ni siquiera para la empresa porque, al fin y al cabo, “no es productivo” tener una persona de baja por depresión o ansiedad.
En resumen, tu empresa no es tu amiga, pese a que en ocasiones se vista de “colega”. Se trata de una organización para la que trabajas y por cuya labor recibes un salario. Para ellos no eres más que una cifra (lo que les cuestas). Ni más, ni menos.